11 noviembre 2015

EL ROL DEL PRECEPTOR Y LA CONSTRUCCIÓN DE CIUDADANIA EN LAS ESCUELAS


¿Cómo interpela nuestro rol como preceptores el cambio en las maneras de construir las normas disciplinarias y las normas de convivencia en el marco de la obligatoriedad del nivel secundario?
En los comienzos de la educación media en argentina y durante buena parte del siglo XX la escuela tradicional asignaba como rol del preceptor a velar por el cumplimiento de las normas de disciplina y ante la posible trasgresión de la misma, administrar la aplicación de sanciones.
Al pasar los años, con el advenimiento y afianzamiento de la democracia, aparecieron modificaciones notables en la relación adultos-adolescentes, flexibilizándose el vinculo y sinterizándose considerablemente las posibilidades de comunicación entre ambos y mas notablemente a partir de la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 donde por primera vez en la historia de nuestro país se establece la obligatoriedad del nivel secundario, por lo que muchas practicas institucionales, de las estrategias pedagógicas y de los dispositivos de disiplinamientos tradicionales, empiezan a ser revisados y transformados con el  objetivo de generar las condiciones para que todos los adolescentes y jóvenes de nuestro país puedan ejercer su derecho a dicha educación secundaria.
En este sentido, el estado no solo ha generado cambios jurídicos, sino también modifica una serie de normativas, orientaciones y regulaciones para que se pueda llevar a cabo la nueva ordenanza.
A partir de este marco todas las escuelas secundarias se abocaran a la tarea de construir propuestas escolares que sostengan la presencia de rangos organizativos como ampliar la concepción de escolarización vigente, proponer diversas formas de estar, aprender en las escuelas, garantizar una base común de saberes, sostener y orientar las trayectorias escolares de los estudiantes, promover el trabajo colectivo de los educadores y re significar el vinculo de la escuela con el contexto.
Nuestro rol como preceptores también se encuentra interpelado por este cambio de las maneras de construir las normas de disciplina y de convivencia y tenemos la posibilidad de hacer de nexos y promover a “tejer” vínculos entre nosotros (juventudes-docentes-directivos-órganos de participación) y así ir construyendo esta “nueva escuela” donde re conocer al otro es hacerle saber que tiene un lugar donde mirar y ser mirado, donde escuchar y ser escuchado, ensayar, intentar alcanzar logros, fallar al hacerlo, rehacerlo mejor y efectivamente ser alcanzados.

¿Con qué recursos contamos en  nuestras  instituciones  para profundizar los aspectos pedagógicos de nuestro rol? ¿Qué obstáculos podemos encontrar?
“El cambio se empieza por uno mismo, pero se construye entre todos” Los adultos que habitamos la escuela tenemos que trabajar como equipo, consultándonos, apoyándonos, debatiendo, exponiendo nuestras distintas posturas y tratando siempre de alcanzar los objetivos propuestos. En cuanto a como preceptores en sí, debemos demostrar la importancia como referente adulto, otorgando continuidad y seguimientos a nuestras funciones intra e inter vinculares, también cumplir un rol de enlace entre autoridades, docentes, padres y alumnos, participando incluso en algunas decisiones en lo relativo a los alumnos y a los problemas disciplinarios y de convivencia y en el caso que existiera gabinete psicopedagógico en la escuela, aportar información y estrategias desde un perfil más profesional colaborando con el trabajo en equipo.
También hay que decir que en algunos establecimientos educativos se encuentran algunas paradojas con respecto a los preceptores que parecieran conformar un grupo institucional poco atendido y estimulado con una desvalorización  del rol siendo los preceptores las personas que comparten más tiempo con los jóvenes, a los que se les pide mayor comprensión y los que conviven  con mayores problemáticas de dichos jóvenes y sin embargo o paradójicamente  son los que menos formación tienen, a los que mandan a hacer mas tareas administrativas y no cuentan con las herramientas para trabajar muchas de la problemáticas que ocurren.
Por eso debemos destacar, a  la democratización y la humanización de las relaciones institucionales apuntando a una salud y ética individual, grupal e institucional que permitan abordar los conflictos y problemáticas que existen cotidianamente desde una mirada auténticamente educativa.

¿De qué manera se trabaja en nuestra escuela en relación a la construcción de las normas de convivencia y a la promoción de los espacios de participación para los estudiantes?

La escuela constituye el lugar en que los estudiantes conocen, adquieren y desarrollan las primeras habilidades para el ejercicio democrático y en este sentido para educar el ejercicio pleno de los derechos implica entre otras cosas promover ejercicios de participación para que  los estudiantes se apropien y se integren a ellos y de esta manera puedan expresar lo que piensan y sienten, dotando de sentido su experiencia escolar, un sentido que acepte e incorpore las diferentes voces y prácticas de quienes la habitan. La participación construye una experiencia formativa significativa que acompaña el crecimiento y desarrollo de los jóvenes. Para que este aprendizaje sea posible, es importante que se traduzca en acciones concretas, ya que la convivencia se ejerce desde la palabra pero fundamentalmente desde las acciones. “ME LO DICES, LO OLVIDO; ME LO MUESTRAS, LO RECUERDO; ME LO IMPLICAS, LO COMPRENDO”.

Es muy favorable trabajar las normas de convivencias de nuestras escuelas, a partir de 4 ejes fundamentales:
1-EL OTRO COMO SEMEJANTE: Reflexionar sobre perjuicios, los estereotipos y los etiquetamientos como formas a partir de las cuales se refuerza la discriminación, generar espacios y actividades que favorezcan la toma de conciencia y sobre los modos en que miramos a los demás.
2-EL SENTIDO DE LAS NORMAS: Aceptar que todos formamos parte de un conjunto social, de una comunidad en la cual las normas son pactos sociales de convivencia que regulan la relación entre las personas.
3-EL GRUPO, EL TRABAJO EN EQUIPO Y LOS PROYECTOS COLECTIVOS: Los estudiantes, a pesar de no elegirse mutuamente deben aprender y trabajar juntos, promoviendo la comprensión, las actitudes y comportamientos que permitan compartir el trabajo con cualquier otro y sumarnos a proyectos colectivos por encima de las diferencias personales.
4-LA RESOLUCIÓN NO VIOLENTA DE CONFLICTOS: Convivir  significa vivir con otros y esto sin dudas supone tenciones porque no todas las personas piensas, sienten y actúan de la misma manera, ni tienen los mismos intereses. En la escuela, estas tenciones pueden manifestarse de diferentes maneras y si bien por lo general existe una tendencia a ver los conflictos de forma negativa, se considera que estos siempre forman parte de las relaciones entre las personas y esto implica que ni su evitación ni su eliminación resulten estrategias adecuadas para resolverlas.
Para esto, es necesario pensar las cuestiones de la convivencia desde un enfoque proactivo en donde sin dejar de intervenir en situaciones puntuales, se priorice la posibilidad de realizar un trabajo sostenido en el tiempo que permita promover mejores condiciones para la escolaridad de los alumnos, anticipando y detectando situaciones que puedan terminar en conflictos.
REFLEXIONES DE CARLOS SKILIAR ACERCA DE LA POSIBILIDAD DE ESTAR Y SER EN LAS INSTITUCIONES EDUCATIVAS

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